viernes, 16 de noviembre de 2012

Bahar Dar de noche

Las noches en África suelen ser momentos de reclusión, pero en Etiopía no tengo sensación de peligro y los oscuros bares de Bahar Dar son irresistibles, hay calles donde el ritmo de los tambores te llama. Ser el único extranjero del bar supone protagonismo asegurado, los trovadores locales te dedicarán tonadillas satíricas y los danzantes te harán bailar algo parecido a un apareamiento de pájaros. En pleno baile las cantantes más atrevidas te echarán repetidamente el aliento a la cara mientras contornean sus hombros y otras sisearán como serpientes mirándote fijamente.


Una noche de vuelta al hotel me colé por una de esas callejuelas que siempre me atraen. Allí en medio de la oscuridad oí la llamada de una chica local, supuse qué significaba y decidí ignorarla, pero ella empezó a seguirme discretamente susurrando en su idioma palabras que yo no entendía. Apreté el paso en vano, ella seguía decidida cada vez más cerca. Metros antes de llegar a la pensión no se daba por vencida, decidí ser más explícito, paré, me giré hacia ella y le lancé un tajante no. Entonces pude verla, no parecía prostituta, sus gestos eran dulces y su ropa humilde, me miraba sonriente, muy joven, discreta pero abierta a mi

No podía creer que me siguiera hasta dentro de la pensión, que me esperase discretamente a que recogiera la llave y que me acompañara hasta la puerta de la habitación, no sabía qué hacer. Ella volvía a susurrarme, y mientras yo preparaba la llave se acercaba cada vez más, segura de que yo finalmente accederíaNervioso conseguí abrir la puerta y cerrarla antes de que ella entrara. Se mantuvo frente a la puerta cerrada, hablándome dulcemente, convencida de que yo abriría. Cerré con llave.

¿Qué me turbaba? ¿su ofrecimiento y determinación o quizás su fragilidad o incluso desesperación? Su actitud no era de una Lolita buscando sino la de un cachorro poniéndose a salvo. Me dejó perplejo, es fácil juzgar desde la honestidad que da la riqueza, y evidentemente ella me enfrentó a mi deseo, mi bienestar y mi piedad. No volví a pasar por aquella calle oscura.

1 comentario:

  1. Estás seguro de cuál era su proposición? En la boca del lobo del centro de Essaouira de noche me pasó algo parecido con lo que creía era un camello (de los que ofrecen droga, se entiende). Pero recuerdo hacer algo que nunca habría hecho en España, girarme y hablar con él. Tuve un regalazo de conversación sincera. Aunque estoy casi seguro de que en tu caso tu instinto no se equivocó.

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