domingo, 25 de septiembre de 2011

El Escorial

Algunos dicen que esta construcción es la condensación del espíritu nacional español. Si es así, el país está perdido en un callejón sin salida, este bastión español es un cúmulo de cadenas y sobriedad que agarrota el alma, y del que tan sólo quieres huir.

Entre tanta rigidez, me sorprendió su colección de pintura, heterogénea y tristona, de la que surgen estas perlas, aún más brillantes por el gris que las rodea. El retrato de Sta. Margarita de Tiziano, con un sorprendente carácter contemporáneo. La tensión en las caras de Tintoretto, la vibración de su pincelada y la composición que trasciende el cuadro. El respingo al ver a Inocencio X de lejos, hasta confirmar que era una copia. La pulcritud casi matermática de Van der Weyden. El balsámico y a la vez sospechoso orden y limpieza de los cuadros flamencos.

Y lo mejor de la visita fue la cripta real, oscura y pretenciosa como una caja de bombones barata, sobrecoge estar tan cerca de esos personajes históricos. Me chocó el “Pudridero de reyes”, un oxímoron que refleja la insalvable realidad con un tufillo republicano.

lunes, 19 de septiembre de 2011

El Prado: Caravaggio

A veces, cuando entro en un museo
busco sentir mi pecho y mi mente expandirse.
Y a veces ocurre lo contrario, uno se siente encogerse,
hacerse una pelusa del rodapie, boquiabierto, maldiciendo.

Ese cabrón pendenciero lo volvió a hacer, me pilló desprevenido.
Esta vez fue en el Prado, con el Descendimiento.
Mis ojos como platos en un cuerpo encogido
que apenas pudo albergar los dolores habituales.