sábado, 31 de diciembre de 2011

2012


Cada año el nuevo ritual, volver a empezar,
mirar adelante sonriendo y seguir el ritmo de la vida.
Nuevos deseos que esconden los mismos anhelos,
con la esperanza de disfrutar de la luz
y de las sombras.
Feliz año.

martes, 27 de diciembre de 2011

Madrid nostálgico

Me duele pasear por una Puerta del Sol mortecina, llena de estatuas vivientes, unas inmóviles pidiendo dinero, otras mirando y gastándolo. Duele recordar que hace seis meses aquí mismo se abrió un espacio lleno de movimiento e imaginación.

Me duele acercarme a la plaza de las Descalzas, donde hace poco tiempo se discutía abiertamente sobre cómo dar voz a todo el mundo. Ahora sólo hablan los autómatas de Cortilandia, el resto es espectador callado, encadenados a sus compras.

Duele recordar las revoluciones rusas de hace un siglo en la exposición de la Casa Encendida, tanto por hacer y tanto perdido, tantos sueños y tantas muertes.

Duele sentir las ausencias en una menguante mesa de navidad, que milagrosamente se fue creciendo con una "odontología" de cante flamenco, caracoleo de recuerdos familiares.

Tanto recordar y olvidé que la nostalgia es uno de los efectos secundarios de estos días.

jueves, 22 de diciembre de 2011

Solsticio

Los árboles de navidad me dan pena, así disfrazados y tan cerca de los radiadores. Rehuyo a Papá Noel, siempre con ese aire no disimulado de farsante ajado. La iluminación navideña me parece un derroche. No me gustan los regalos de navidad ni el turrón, tampoco las comilonas ni el cava para los postres, y los villancicos rozan la tortura por aburrimiento. Sin embargo disfruto con la navidad como un niño, porque debajo del belén apolillado y toda su carga ideológica está la fiesta pagana del Solsticio de invierno: reunirse cuando hay menos luz con la gente más querida. Una norma de oro: menos luz, más amor. Tan fácil. Aparentemente.

Y si la noche no sale como pensamos, también hay más tiempo para salir fuera, a esa oscuridad tan larga, respirar el frío hondo y observar las estrellas...

miércoles, 14 de diciembre de 2011

India en Barcelona

India me persigue en Barcelona. En el colmado acabo yendo a la zona de especias, en clase de danza reconozco asanas de yoga, en los reencuentros me llevan a restaurantes indios, en la calle me veo rodeado de hindustanís. Una extraña sensación de hogar. Y para rematar, la semana budista en la Casa del Tibet. En India habría soportado horas de buses-coctelera para ver lo que aquí me ha costado media hora de pedalada.


La Puja de la luna llena fue extrañamente calmante, y las danzas sagradas dieron luz a su simbología: el cuervo protector, la paz de los ciervos, la sabiduría de los ancianos, la muerte como símbolo de impermanencia. Entre el público había monjes de azafrán, mujeres tibetanas con sus delantales, y la misma sensación de desarraigo. Como si estuviera aún en McLeod Ganj.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Montjuic

Correr me provoca una felicidad química que intento combinar con la felicidad paisajística. Suelo elegir dos recorridos que me hacen disfrutar sin demasiado esfuerzo. Uno es simplemente perfilar las playas de Barcelona, el otro es subir a Montjuic, esa montaña urbana, modesta y compleja.


Os propongo un trayecto que empieza en Poble Sec, muy cerca de las tres chimeneas. Seguid hasta los jardines de cactus de Mosén Costa i Llobera, un mágico viaje a Canarias, México e India juntas. De allí al mirador del Teleférico custodiado por sus ombús, donde la vista ya empieza a llenar los ojos. Detrás del Hotel Miramar, entre pinos australianos hay unas escaleras que llevan al jardín Joan Brossa que esconde alisos y otras sorpresas. Subid hasta el mirador del Alcalde rodeado de olmos siberianos mirando al mar, y más arriba por un túnel de pinos hasta el castillo, el lujo de hacer cumbre en una ciudad. Allí podeis volar con las gaviotas sobre el Mediterráneo, saludar al Montseny o, si el día es claro, ver picos nevados del Pirineo. Una forma de empezar bien el día.



viernes, 9 de diciembre de 2011

Un dios salvaje: delito y espectáculo

No hace falta decir mucho de "Un dios salvaje" (Carnage), comparto la unanimidad que provoca, a mí también me apasionó esta maquinaria ajustada a la perfección. Confesaré dos inquietudes:

1- El conflicto de financiar con el precio de la entrada a alguien que parece haber cometido un delito grave. Tengo el mismo problema con Farruquito, y sigue irresoluble, no he podido verlo aún. Supongo que tiene que ver con la flexibilidad y el perdón.

2- Dejarme llevar por el cine como espectáculo, no como espejo. El resplandor de la guionista, actrices, actores y director no me dejaron percibir mi reflejo en esa pantalla. Mi primer comentario fue "se convierten en monstruos!". Cuando se encendieron las luces la evidencia comenzó a ser muy patente, no pude demonizar al otro sino mirar dentro de mí: "nos podemos convertir en monstruos". Un ejercicio de humildad y compasión.

Creo que el budismo me ha influído más de lo que yo creía.

jueves, 8 de diciembre de 2011

RIchter - Rembrandt

Hubo un tiempo en el que el cerebro era un dictador todopoderoso, la única voz autorizada del cuerpo, hasta que la actual tendencia holística y descentralizada reclamó la necesidad de consenso entre todas las vísceras, especialmente el corazón. Pero ¿qué hacer cuando todos los órganos desmienten a la mente? Una solución práctica es buscar intermediarios como la creatividad.

Hay gente que piensa que el arte no sirve para mucho. A mí me da los hilos que tirando traen respuestas, es el chamán que me acompaña y me ayuda a entender esos conflictos. Por ejemplo Gerhard Richter me habla de un mundo bello pero inestable, titilante, de referencias acumuladas y difuminadas capa tras capa. Rembrandt sin embargo me muestra una perplejidad detenida, espacios interiores donde reflexionar en soledad sobre la fragilidad de la existencia. Nunca había llegado a sentirme tan cerca de estos cuadro como hoy.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Mayte Martin

Esta cantaora es la gran maga del flamenco en Barcelona. Su voz detiene relojes y corazones, sobrecogidos por ese vuelo ingrávido de cristales duros y delicados. Su aspecto es etéreo, tan discreto que roza lo espectral, sus ropas son siempre sobrias, de riguroso negro sacerdotal, y su naturaleza humana aparece en las contradicciones de su cara, una mezcla de rigor y burla, y de sus gestos, que se debaten entre la concentración y la huida. ¿Cómo alguien tan grande puede parecer tan humilde?

Esta vez no oímos su cante, sino su pensamiento:
"El arte es una expresión divina, el artista es sólo una correa de transmisión".
"El arte está por encima del artista, el artista debe preservarlo con sinceridad".
"Los artistas tenemos la obligación moral de ser verdad".
"El arte expresa cosas que no se pueden de otra manera".
"El arte es sanador, es algo que en algún punto te cambia la vida".

Se refería al flamenco, pero yo la veía reflejada en sus propias palabras, nadie podía definirla mejor.