sábado, 30 de junio de 2012

Sol de medianoche


El sol de medianoche me parece tan fuera de norma que imaginaba mayor expectación, pero Suecia parece vivir con rutina el dia permanente mientras el sol merodea solitario por los montes y calles vacías. Para mí fue un viejo truco de magia que no deja de sorprender, la luz interminable del sol gira en el cielo volviéndose incendiaria en su momento más bajo.

El sol no cae en el horizonte, sino que derrapa contra él rompiendo la linealidad y referencias habituales: el sol traza una curva en el cielo y acaba poniéndose en el norte! Pura desubicación y ruptura de normas, cuestionando la solidez del ciclo de los días y de la orientación básica. Es tan irreverente que podría ser una performance Fluxus. Es incluso monstruoso, sólo a un loco se le ocurriría imaginar un día permanente.

Por debajo del Círculo Polar los atardeceres son más elásticos y texturados, prolongan esa sorprendente luz larga y rojiza que es tan fugaz en latitudes más bajas. Ese momento de transición se estira, y la oscuridad no llega a abrazar del todo el cielo, el amanecer es una prolongación siamesa de un atardecer que no acabó.

Y uno vuelve a la cama extraviado, con la irreal sensación de que el mundo no es plano. Y compadeciéndose de la naturaleza que vive fuera, de los pájaros y animales, de los árboles bajo esa luz perpetua. Y entonces añoro y entiendo esa oscuridad que da sentido a la luz.

viernes, 29 de junio de 2012

Uppsala


Hay nombres tan evocadores que nos atrapan. Uppsala está en mi mitología a la altura de Tombuktú, Samarkanda, Ereván o Antananarivo, imagino una ciudad remota habitada por sabios vikingos, siempre fría, ruda y acogedora, con hogueras permanentes. Resultó ser refinada, algo desdeñosa, de atardeceres incandescentes y noches azules.

El poder de esta ciudad es ahora simbólico, su catedral es un icono nacional, cerca están los restos del supuesto inicio de la sociedad sueca y su universidad tiene nombres ilustres en su historia. El más conocido fue Linneo a quien debemos la nomenclatura latina de las plantas, un maravilloso oxímoron que da luz a lo inexplicable, la taxonomía de una naturaleza que no se deja agarrar.

El jardín botánico de la Universidad es un espacio para el placer que sin querer nos adentra en los nombres y clasificaciones de árboles y plantas. Sin embargo el jardín botánico de Linneo me pareció menos interesante que su casa, llena de objetos curiosos y escritos suyos. La catedral románica recuerda un enorme navío gótico de una sobrecogedora estabilidad que evoca a Escher, un impresionante cofre ideológico. El Museo Gustaviano es un almacén de curiosidades con un exhibicionista teatro de disecciones. Y aún qedaron pendientes lugares tan sugerentes como Carolina Rediviva.

jueves, 28 de junio de 2012

Gävle



Pequeña ciudad, industrial y correcta, en el límite del sopor. Lo más interesante fueron sus jardines boscosos y húmedos y sus museos. El Lansmuseet explica la historia de la región, de sus fábricas y su estilo de vida, una loa a la clase media alta, ensalzando valores como el amor al comercio y la mesura. Los obreros tan sólo salen al fondo de las fotos, casi como un decorado. El Konstcentrum es pequeño pero lleno de encanto racionalista, de ventanales enormes y exposiciones interesantes. Fuera en las calles la vida seguía fluyendo sosa y laboriosa. 

miércoles, 27 de junio de 2012

Abisko


Abisko está arrinconada entre la frontera con Noruega, un lago metáilco y colinas nevadas. Le llaman la Puerta de Laponia, pero realmente es la salida para el mineral sueco, convoyes de trenes de traqueteo monótono pasan con el hierro de Kiruna dirección a Narvik. Elegí subir el Njulla que da buena perspectiva al valle, el lago y las montañas de alrededor. El sendero atravesaba un bosque de abedules y sauces enanos en pleno verdor de luz perpetua, y bajo mis pies brotes de vegetación casi fosforescente llena de alegría por haber resistido una vez más el frío y la noche invernal ártica.


martes, 26 de junio de 2012

Kiruna


Este pueblo minero yace sobre un enorme agujero tallado por la mina de hierro más grande del mundo. Kiruna parece el pueblo ideal, ordenado, espacioso y con servicios sociales, pero en la luminosa noche la soledad se expande un silencio sólo roto por el murmullo de la mina, las calles son un desierto de casas de colores apenas habitadas. Estilo nórdico, coches de gama alta, vegetación frondosa, una iglesia cubierta de escamas y al fondo la mina vigilando la ciudad desde sus terrazas, sacando con un zumbido permanente la savia mineral que transportan trenes kilométricos.


Compro en un supermercado triste transitado por seres marginales, apenas productos frescos, y muchas raciones unipersonales. El Hostel está en un sótano sin ventanas, lleno de personajes rudos y silenciosos, o quizás lo eran porque yo lo era. Para quitarme esa desazón salí a pasear por calles solitarias. Nadie. De golpe, como una aparición un señor con un perro pasó al fondo de una calle. Ambiente de película de terror postnuclear en un día sin fin. El agujero de Kiruna no parece estar bajo tierra, sino dentro de sus habitantes.

lunes, 25 de junio de 2012

Kebnekaise


Barcelona-Estocolmo-Kiruna-Nikkaluotka en 24 horas. Salgo del autobús con el cuerpo vibrando por la fragilidad de lo desconocido, calzo mis botas hacia los picos que brillan al fondo y me lanzo a andar por un valle típicamente glaciar, largo y redondeado. Aquí aún es el inicio de la primavera y la vegetación, chaparra y retorcida, tiene el brillo y verdor de los brotes nuevos. Me cruzo con renos pastando, oigo el agua brotar por todos lados con prisa por descongelarse, disfruto de las rocas gneiss y del suelo mullido por plantas que aguantaron el hielo, la tierra negra, quemada de tanto frío. El paisaje es inquietante, suave y árido, o quizás lo son mis pensamientos en soledad.


Al final del valle está el lujoso Refugio Kebnekaise, con su salón de descanso con sofás, su buen restaurante, wifi, televisión, sauna e incluso una sala de secado para la ropa! Estrené la sauna con vistas a las montañas, agradable compartir el calor envolvente, la desnudez, el olor a madera, el crepitar de las rocas incandescentes, sentirme cercano a esta cultura y a la vez tan diferente, siempre extranjero. Tras la cena fui al salón, la gente es tan amable como distante, todos parapetados en sus libros o smartphones. Al menos las instalaciones son acogedoras. Mi noche de San Juan viendo el sol jugar al escondite entre montañas. El sol no rige los horarios, ya que siempre está disponible, sólo el cansancio empuja a dormir, porque al día siguiente me espera un reto, el pico más alto de Suecia.


La subida al Kebnekaise tiene algo de ritual en Suecia, allí van montañeros, parejas y familias con sus hijos. El trayecto no es difícil pero sí duro y largo, y tampoco ayudó que hubiera nieve en buena parte del recorrido. Desde su pico siempre blanco las vistas son sobrecogedoras sobre un territorio que no comparte el carácter sueco, accidentado, puntiagudo, árido. Este afilado laberinto blanco y negro se expande por la frontera con Noruega. La vuelta se hace mucho más confiada sabiendo que no se hará de noche, la única prisa es llegar a tiempo para la sauna.


Al día siguiente tuve que cambiar de planes. Aunque Thor, el dios del rayo, me ha protegido con buen tiempo, no pude recorrer el Kungsleden, aún había nieve, desprendimientos y aludes en su sendero. Una excusa para volver.


sábado, 23 de junio de 2012

Suecia 2012: intro


Los motores de un viaje suelen ser la curiosidad y la nostalgia de lo desconocido pero a veces también  es una huida necesaria, ir hacia la luz. Cruzar el Círculo Polar Ártico y vivir en un día permanente era  una vivencia mágica que tenía pendiente. Buscar el frio y la luz.

Nunca me atrajo Suecia, es cara, políticamente correcta, de bellezas fáciles y aburridamente feliz. Sin embargo allí se ve el sol de medianoche, está Uppsala y la montaña más alta de Laponia.

Al llegar no me entretuve en ciudades, desde el aeropuerto monté en un tren hacia el Norte y desde mi litera observé el país de Ikea. Todo fan de esta tienda debería venir a Suecia para entender mejor ese modelo de diseño que surge de un territorio, y que tiene sentido allí.

El paisaje es húmedo y boscoso con casas de colores agazapadas entre tanto verdor. Amabilidad, corrección y puntualidad incluso en la naturaleza. El atardecer nórdico prende fuego a las puntas de los bosques y alarga las sombras sobre los prados, los lagos brillan matemáticos y algo tristes con esa luz que no acaba de desaparecer. 

Viajo con un sueco-turco enorme, una abuela senderista danesa y una joven pareja sueca. Todos en su sitio, todos conocen el paisaje, sólo yo, descolocado, miro por la ventana como un vaso vacío que espera ser llenado, hasta que el sueño me puede.


viernes, 22 de junio de 2012

Carmen Ledesma en El Dorado


En la actualidad el ritual está de capa caída, la repetición huele a viejo y en su lugar los valores empresariales y bursátiles van infiltrándose por todos los ámbitos de la vida, nada se libra de la visión de mercado que se mueve en la novedad y en un presente sin memoria.

Esta vez no hubo en el escenario competitividad, excelencia o innovación, sino el flamenco más casero y acogedor. Carmen Ledesma bailó junto a la voz de Mari Peña y la guitarra de Antonio Moya, compartiendo con el público un puchero calentito, un flamenco "de cuchara" con sabor a hoguera y reunión familiar, invocando lo que a veces olvidamos y también necesitamos, el tiempo cíclico del rito. 

domingo, 3 de junio de 2012

El Niño de Elche en El Dorado

Buscamos revivir el sueño mítico, albergamos esperanzas de redención que a veces nunca llegan y sólo podemos dejarnos llevar por la corriente fría de los imprevistos, soltar las manos que se aferran y confiar en la oscuridad. Se requiere valentía para renunciar a la futilidad de lo evidente y enfrentarse a la certeza de lo desconocido e inexplicable, para dar el salto de fe. Las decisiones más irracionales a veces son las más sensatas, porque no se trata de huir de la irracionalidad, sino de enhebrarse a su brazo y aprender a fluir con ella, porque si no la vida es una masa blanda e insostenible de tan coherente.

"El loop del lumpen proletariado" de El Niño de Elche con textos de Pedro G. Romero fue una performance estrábica donde no hay que entender, sino fluir, diluyendo los recuerdos y preparándonos para el tránsito a lo desconocido. Un joven cantaor de viejos dolores, pausado y cercano, haciendo canastas con la política, la ética y la estética. Compota de guindilla parda sobre una rebanada gorda de pan, aceite de ricino perfumando copas de cristal tallado. La voz antigua del Niño de Elche me removió de arriba abajo en un momento de irrealidad (o de mayor realidad) en el que yo me sentía más que nunca la tensa frontera entre pasado y presente. Dejarme llevar por la corriente.

La sabiduría musical inexplicable de el Niño de Elche junto a la colaboración del inagotable Pedro G. Romero cuestionaron valientemente y dieron luz hablando de aprendizaje y responsabilidad común, sin vallas de autorías. Aplaudimos tanto que el cantaor nos regaló generosamente una canción cargada con postas de lirismo. No me creía una canción protesta desde Paco Ibáñez en el Olympia, aún es posible emocionar sin cambiar apenas nada, tan sólo "ser lo mucho o lo poco que seas" (J.L. Sampedro). Este Niño sabio me azuzó la jauría de las esperanzas, aunque la redención tarde en llegar.