miércoles, 23 de noviembre de 2011

Vuelta a casa

Frio, un frio distante que se agarró a mi cuerpo cansado y arañó mi garganta durante días.
Nubes, unas nubes metálicas entristeciendo el ambiente pero también matizando la mente.
Orden, un orden, linealidad, silencio y limpieza irreales, casi de pesadilla maniática.

La primera música que elegí en casa no fue flamenco, sino la Flauta Nágica de Mozart. Esta sorprendente influencia germánica no acabó ahí, en la televisión la canciller alemana chasqueaba el látigo económico. El resto de noticias me traían trozos del naufragio electoral en España. Todos habían perdido, pero unos más que otros.

Al llegar me esperaban intensificados el afecto y los dolores que dejé al irme. Pero vayamos por partes, primero detenerme y vaciarme, disfrutar con no hacer nada, no ver nada, no oir nada. La dulce monotonía. El lujo de una vida cotidiana y de un espacio personal.

1 comentario:

  1. Se nota que vienes de la India. ¡Mira que decir que Barcelona es limpia y ordenada...! Evidentemente, todo es cuestión de perspectiva.

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