viernes, 11 de noviembre de 2011

Mc Leod Ganj


La primera sorpresa al levantarme fue la enorme montanya detras de Mc Leod Ganj. La segunda fue constatar la mayoritaria presencia tibetana y extranjera.

Reconozco que estoy perplejo, me esperaba una especie de Vaticano con buen rollo y la realidad era algo mas parecida a un campo de refugiados con una sensacion permanente de desarraigo e injusticia. Y al visitar sus templos el budismo me parecio' criptico y localista, de una estetica que me era extranya y disonante con las palabras atractivas de un Dalai Lama risuenyo y compasivo.

Me sorprendio' encontrarme dos budismos: por un lado las elaboradas tecnicas de meditacion y concentracion de la jerarquia religiosa que llegan a Occidente, y por otro la idolatria y fetichismo de la gente comun, no muy lejana de cualquier otra religion. Alrededor de la quietud del buda aparecía una religion de movimiento: las banderas de rezo, los molinillos de oracion, los cilindros giratorios, el circuito que circunvala los templos o el que rodea la casa del Dalai Lama y que la gente recorre al atardecer. Todo rezo se activa con movimiento.

Aparte de esto el festin exotico esta' asegurado: gentes de las montanyas de piel curtida y ojos rasgados, mujeres con largas trenzas unidas en los extremos y delantales de rayas, sobre todo de edad madura, muy pocos jovenes. Y monjes, muchos monjes de toda condicion, humildes y ostentosos, gordos y flacos, grandes y pequenyos, pios y despreocupados. Como en cualquier otra religion.

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