jueves, 13 de diciembre de 2012

Rancapino en El Dorado



Aceptó divertido su papel de estrella en la presentación de un libro sobre él, vestía un elegante traje pero su voz delataba un pasado menos planchado. Sabiendo que debía portarse bien, o al menos parecerlo, permaneció sentado con pinta de niño travieso en su cumpleaños, disfrutando del protagonismo.

Después de las anécdotas y los reconocimientos llegó el momento de calentar este alambique de sentimiento flamenco, se sacudió tanta cita histórica amontonada sobre él y se arrancó por soleás, seguirillas, bulerías y alegrías. De nuevo la poderosa voz apagada de Rancapino haciéndonos cosquillas, fueron sólo algunas gotas, pero llenas de sentido. Un pequeño lujo.

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