lunes, 3 de diciembre de 2012

Addis - Estambul - Barcelona


El retorno al Mediterráneo era evidente, en Estambul el aire era más rígido y a la vez más hedonista, esta mezcla de piel y racionalidad también estaba en el tráfico frío y veloz, en la arquitectura casi germánica y monumental, en las terrazas acogedoras de los cafés, en las calles transitadas por olores húmedos y gatos.

El Istanbul Modern es un edificio práctico, por fin un museo que deja ver sus obras. Su colección es de arte contemporáneo internacional y sobre todo turco. Viendo sus salas dudo si la globalización empezó con el comercio o fue el arte el primero en homogeneizarse. Desde el siglo XX parece ser el mismo en todo el mundo, quizás el proceso se inició eliminando la singularidad geográfica, luego la cultural y ahora sólo nos queda la singularidad individual, que absorbe y decide.

Los mercados de Estambul aún siguen siendo orientales, fronteras de Europa con Asia Central y Oriente Medio, con sus gustos recargados, sabores vivos y cercanía elegante.

Y Barcelona sigue su proceso de plastificación y maquillado, pronto hasta el Mediterráneo le pedirá cuentas por renunciar a sus olores y cicatrices. Suerte que es tan bonita que por ahora cuesta renunciar a ella. Por ahora.

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