sábado, 20 de noviembre de 2010

Tierradentro

Necesitaba parar un poco, tomar cotidianeidad y aquí lo he conseguido. Hoy había mercado en San Andrés, 10 puestos literales con cosas básicas, pero con toda la gente del pueblo alrededor, hablé con todo el que se puso a tiro, todos tenían algo que contarme o preguntarme. Desayuné un contundente tamal (arroz y patata con pollo cocidos en una hoja de palma) y una empanada de crujiente masa de maíz y me puse en camino por un sendero brumoso hacia Santa Rosa, un pueblo Paez anodino y aislado. Encontré niños sonrientes, otros pasmados, gallinazas (entre buitre y urraca), caballos, ranas, barrancos, cafetales y platanales.
De vuelta visité los hipogeos precolombinos más espectaculares, sobre lomas y en forma de choza
con pinturas. Impresionante bajar a ellas por escaleras de caracol talladas en la roca, la soledad húmeda en esas tumbas tan acogedoras. Una fuerza telúrica sobria poco colombiana.
A la tarde había un "evento cultural" en San Andrés organizado por el colegio. Consistió básicamente en nacionalismo (bailes regionales, artesanía, comida) y capitalismo hedonista (pase de modelos de una tienda local). El signo de los tiempos. Los perros que paseaban entre los esforzados modelos locales, asustados y sin entender nada, me pusieron los pies en el suelo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario