sábado, 23 de junio de 2012

Suecia 2012: intro


Los motores de un viaje suelen ser la curiosidad y la nostalgia de lo desconocido pero a veces también  es una huida necesaria, ir hacia la luz. Cruzar el Círculo Polar Ártico y vivir en un día permanente era  una vivencia mágica que tenía pendiente. Buscar el frio y la luz.

Nunca me atrajo Suecia, es cara, políticamente correcta, de bellezas fáciles y aburridamente feliz. Sin embargo allí se ve el sol de medianoche, está Uppsala y la montaña más alta de Laponia.

Al llegar no me entretuve en ciudades, desde el aeropuerto monté en un tren hacia el Norte y desde mi litera observé el país de Ikea. Todo fan de esta tienda debería venir a Suecia para entender mejor ese modelo de diseño que surge de un territorio, y que tiene sentido allí.

El paisaje es húmedo y boscoso con casas de colores agazapadas entre tanto verdor. Amabilidad, corrección y puntualidad incluso en la naturaleza. El atardecer nórdico prende fuego a las puntas de los bosques y alarga las sombras sobre los prados, los lagos brillan matemáticos y algo tristes con esa luz que no acaba de desaparecer. 

Viajo con un sueco-turco enorme, una abuela senderista danesa y una joven pareja sueca. Todos en su sitio, todos conocen el paisaje, sólo yo, descolocado, miro por la ventana como un vaso vacío que espera ser llenado, hasta que el sueño me puede.


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