sábado, 10 de diciembre de 2011

Montjuic

Correr me provoca una felicidad química que intento combinar con la felicidad paisajística. Suelo elegir dos recorridos que me hacen disfrutar sin demasiado esfuerzo. Uno es simplemente perfilar las playas de Barcelona, el otro es subir a Montjuic, esa montaña urbana, modesta y compleja.


Os propongo un trayecto que empieza en Poble Sec, muy cerca de las tres chimeneas. Seguid hasta los jardines de cactus de Mosén Costa i Llobera, un mágico viaje a Canarias, México e India juntas. De allí al mirador del Teleférico custodiado por sus ombús, donde la vista ya empieza a llenar los ojos. Detrás del Hotel Miramar, entre pinos australianos hay unas escaleras que llevan al jardín Joan Brossa que esconde alisos y otras sorpresas. Subid hasta el mirador del Alcalde rodeado de olmos siberianos mirando al mar, y más arriba por un túnel de pinos hasta el castillo, el lujo de hacer cumbre en una ciudad. Allí podeis volar con las gaviotas sobre el Mediterráneo, saludar al Montseny o, si el día es claro, ver picos nevados del Pirineo. Una forma de empezar bien el día.



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