martes, 27 de diciembre de 2011

Madrid nostálgico

Me duele pasear por una Puerta del Sol mortecina, llena de estatuas vivientes, unas inmóviles pidiendo dinero, otras mirando y gastándolo. Duele recordar que hace seis meses aquí mismo se abrió un espacio lleno de movimiento e imaginación.

Me duele acercarme a la plaza de las Descalzas, donde hace poco tiempo se discutía abiertamente sobre cómo dar voz a todo el mundo. Ahora sólo hablan los autómatas de Cortilandia, el resto es espectador callado, encadenados a sus compras.

Duele recordar las revoluciones rusas de hace un siglo en la exposición de la Casa Encendida, tanto por hacer y tanto perdido, tantos sueños y tantas muertes.

Duele sentir las ausencias en una menguante mesa de navidad, que milagrosamente se fue creciendo con una "odontología" de cante flamenco, caracoleo de recuerdos familiares.

Tanto recordar y olvidé que la nostalgia es uno de los efectos secundarios de estos días.

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