martes, 29 de mayo de 2012

Ciutat Flamenco 2012: 26 mayo

Shoji Kojima, Chicuelo y Frederic Amat nos regalaron la mejor pieza del Festival. Shoji, ese ser multigénero de sensibilidad ambigua se movió en un nutriente espacio, reconocible y a la vez inquietante, como una araña manierista que teje su propia y vieja tristeza, Chicuelo asaeteó con el oro líquido de su toque, la única pizca de optimismo, necesaria para no hundirnos en tanta belleza negra, y Frederic Amat empapó el rastro de sus gestos con tinta, trazando una partitura acompasada con Shoji y Chicuelo. Con estos elementos nos deslumbraron a base de oscuridad efervescente, trabando casi espontáneamente. A veces andar sobre el vacío es un ejercicio de levitación esperanzadora.

Arcángel y Theodosii Spassov forzaron conexiones entre la música búlgara y el flamenco. La voz cristalina del cantaor y el sonido místico del flautista se entrelazaron a base de voluntad, los mejores momentos se dieron cuando se ayudaron mutuamente ambas músicas, como en el impresionante inicio cantando juntos una misteriosa e intensa canción tradicional búlgara.

Marco Flores es potente y de estructura clásica, atabala con su velocidad y fluidez de movimientos, sin dejarnos apenas espacio para saborear lo que nos ofrece, como si quisiera hacer foie de flamenco con el público. Lástima que a mí me gusten los platos más sentidos, reposados y humildes.

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