domingo, 1 de julio de 2012

Estocolmo



Su equilibrio y su sentido lineal de la perspectiva son sorprendentes, y también su sensación de calma y orden suave, todo está en su sitio. La ciudad es acogedora y a la vez distante, de casas de color pastel, iglesias puntiagudas e instituciones respetadas. Su urbanismo es limpio y frío, sin árboles en sus calles, con tráfico fluído y pacífico, sin indigentes, con inmensos y frondosos parques, sin alféizares exteriores en sus ventanas, con bares y terrazas llenas de bellezas inmaculadas. Todo esto fomenta el mito nórdico, pero parece funcionar tan bien y solitario que se añora algo, quizás el calor de la imperfección humana. No tengo claro si Estocolmo es una ciudad bonita o simplemente demasiado correcta.

Hurgué en los museos buscando cercanía y resultaron una prolongación de la ciudad. El Moderna Museet es más burocrático y homogéneo de lo que se podría esperar, un frigorífico que mantiene la sensación de vida, sin darse cuenta de que la está congelando. Por contra, el National Museum aplica una fórmula más dinámica a sus fondos con exposiciones monográficas donde se confrontan obras diferentes con un nexo común, estas obras, a pesar de no tener libertad formal, laten con una textura tan rica que sobrepasan el margen de lo visible y saltan a lo intangible, justo lo contrario de lo que sentí con las obras contemporáneas del Moderna Museet. Quizás la libertad creativa esté sobrevalorada.

En medio de tanta fría mesura sentí calambrazos intensos de calidez gracias a dos viejos amigos que siempre me esperan, agazapados: un Greco espigado y vibrante como una tomatera en verano, humildemente apoyado sobre una esquina, y toda una sala con obras de Rembrandt, la pincelada untuosa y las miradas enigmáticas de sus cuadros emanando una intensidad cotidiana que transforma su entorno. Pura humanidad transmutada. De los pintores locales tan sólo Anders Zorn me llenó los ojos. De los calambrazos, lo peor es que uno debe acostumbrarse a no recibirlos y dar por aceptable la anestesia apagada habitual.

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