domingo, 22 de julio de 2012

Economía: Picasso



Me gusta equilibrar experiencias, así que tras la frivolidad de la playa entré en esta exposición sin saber bien dónde me metía. El burocrático pasillo marrón terminó siendo un trayecto excéntrico cada vez más denso, lleno de tramoyistas del arte y de joyitas tan raras como el cuento de la joven Oro Molido, los dibujos de Max Aub, una falsificación de Elmyr d'Ory o las pesetas de de las FAZ. 

Más que un texto, esta exposición es un compendio de citas a pie de página, una fuente de referencias perdidas, una enorme pelota de cabos sueltos esperando ser desliados, una mirada sorprendida y esquizofrénica sobre el arte y la cultura del siglo XX, un cuchillo que corta sesgado el músculo del arte, ¿o tal vez el de la mano que mueve el arte? 

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