jueves, 3 de diciembre de 2009

Biennale Venezia y Dolomitas 2009

Italia siempre espera como una vieja amante despechada, disponible y desdeñosa a la vez, dejándose querer con dignidad y olor a flores secas, anclada a las formas, hedonista, elegante y ya desapasionada.

La Biennale di Venezia es una exposición de arte contemporáneo atípica, adolece del ambiente claustrofóbico y urbano habitual. Aunque no se quita el peso del elitismo de uniforme negro, se pueden ver familias, personas mayores y mucha juventud. Sus jardines invitan más al juego y el placer que a la reflexión sesuda. Y por la noche espera una ciudad lánguidamente amenazante, llena de sombras, ecos de pasos, aguas oscuras y brillantes. La experiencia sobrecogedora de perderse por ese laberinto oscuro no es apta para gente con demasiada imaginación.


Si uno sigue el curso de los ríos que alimentan la Laguna veneciana, llegará a los Dolomitas, montañas que proporcionan placer físico y estético sublime, aire picante y una gastronomía sustanciosa. Las excursiones son espectaculares, dramáticas y fotogénicas, con un sentido amplio de la panorámica. La frontera entre el norte tedesco y el sur limonero. La frontera que hace un siglo se llevó demasiados muertos.


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