sábado, 23 de marzo de 2013

Seducidos por el arte: Ingres - Learoyd


Dos obras juntas, la de un dibujante y la de un fotógrafo. Una originó a la otra siglo y medio después. ¿La semilla es más poderosa que su árbol? Según la normativa vigente del sentido común, no, porque el árbol se percibe más desarrollado y más grande. Esta sociedad adora lo visual, la supuesta evolución y el tamaño.

Ingres es minucioso, casi primoroso si no fuera por la rotundidad de la última línea. Los trazos del lápiz vibran como una nube de indecisión entorno a una línea más marcada, las dudas flotando alrededor de la elección final. Ell boceto refleja la voluntad ambigua del dibujante, a veces analítica y matemática frente a su modelo, otras veces íntima como una caricia, sintiendo delicadamente las líneas de aquel cuerpo. Ese papel envejecido con frágiles marcas de lápiz esconde el germen de lo que ya está consagrado en grandes lienzos.

La foto de Learoyd también desarrolla esa semilla, reconstruye ese rumor de grafito en un ejercicio más impúdico. Si el dibujo cuenta un secreto sin llegar a desvelarlo, la foto delata indiscretamente lo que ha visto el ojo, reencarnando en cuerpos sólidos lo que se adivina entre esas líneas. La foto ha mutado el espíritu de ese trazo y lo ha vestido con un cuerpo demasiado real, recreándose en detalles que eran superfluos en el dibujo, mostrándolo todo con cierto exhibicionismo. Sólo me queda la luz íntima y difusa para arroparme ante el escalofrío que me produce tanto detalle.

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