viernes, 18 de enero de 2013

Manuel de Paula y Paco Cortés en El Dorado



Fue un concierto raro, Manuel de Paula estaba acatarrado, demasiada calefacción, dijo disculpándose. El cantaor se mantuvo dentro de los renglones del flamenco sin arriesgarse a rozar los márgenes del milagro y sin llegar a tocar los de la decepción. Ante un auditorio religiosamente silencioso el cantaor fue correcto, limpio y simpático, hizo su trabajo casi con actitud funcionaria, dejándonos alimentados de flamenco pero sin magia. 

Esta vez el ángel lo puso Paco Cortés, quien me emocionó hasta afilando su guitarra, fuente clara y atrevida, haciéndole cosquillas a la tradición con una respetuosa dulzura y pulcritud. Fue el regalo a una tarde rara.

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