domingo, 5 de junio de 2011

Guadalajara, Alto Tajo

El espacio entre grandes ciudades parece vacío y normalmente pasamos de largo por ellos. Guadalajara parece un espacio inexistente, sorprende moverse por tales paréntesis geográficos ajenos a las carreras contemporáneas, arrinconando lugares no deseados, como centrales nucleares, y manteniendo en el aire un clasicismo casi místico, un brillo difícil de reproducir. La mezcla de estas contradictorias imágenes generan un paisaje de ciencia ficción algo inquietante.

El terreno del alto tajo es accidentado y alberga una mezcla extraña y coherente de sequedad y humedad, de páramo y selva, crestas peladas y recovecos frondosos, un pequeño placer para amantes pacientes y ensimismados.


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