martes, 21 de diciembre de 2010

Paris nevado

Nunca te deja indiferente, esteticismo grandilocuente y meditado, estimulación de los sentidos con refinamiento y cuidado en las formas. Grandeur en las calles mientras en los túneles del metro el torrente humano corre ansioso, desganado y sin luz, embotado de trabajo y afán. Demasiada superficie, demasiado brillo que no respira. Pero tanta belleza!

París es un cúmulo de simbología contemporánea, irónica y paradigmática: El Ministerio de Justicia rodeado de joyerías lujosas, la Plaza de la Concordia con un botín de guerra egipcio, el recuerdo de la guillotina y un tiovivo, las bicis de uso público siempre en calles ocultas, y las calles principales con coches de cristales oscuros, la Torre Eiffel tan inútil como bella al servicio del tópico y el orgullo nacional, el Arco del Triunfo grabado con nombres de derrotas, el Louvre exhibiendo expolios. El ejemplo a seguir. A veces es mejor seguir engañándose pensando que todo fue bien y que la culpa es de otros. Y disfrutar de París!


No hay comentarios:

Publicar un comentario