martes, 14 de mayo de 2013

Baño de masas


Medio millón de personas en la calle en medio de la peor crisis en años. Medio millón movilizadas en un sólo día para celebrar un triunfo deportivo. Puro estupor. Me refugié en casa, asustado por el fragor de los vencedores de algo que no entiendo, alérgico a un nacionalismo soterrado, cada vez más basado en buscar enemigos que en ser. 

Los titulares de hoy eran previsibles. Cuando leo "baño de masas" se me enciende una luz de alarma urticante, miro a la gente para intentar entender Nuremberg, Times Square, el Coliseo o la Plaza Roja. Entender, como decía Hannah Arendt, quien también nos avisaba del peligro de dejar de pensar. Entender en medio del confeti blaugrana y dorado.

Desconfío del "mainstream", esa corriente principal que nos dice hacia dónde mirar con la fuerza de la mayoría, como ese Colón que señala hacia una globalización oscura que aún arrastra desequilibrios. "Esto es brutal", decía Iniesta. Estoy de acuerdo, una barbarie.

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