domingo, 26 de febrero de 2012

Barbecho

Decidí de nuevo no hacer nada el fin de semana, parar voluntariamente y disfrutar de mi soledad. "Ah! Siguiendo el decrecimiento?" me dijeron. Detenerse es tan revolucionario que se confunde con una consigna alternativa.

"Seguir una teoría": ¿No sería mejor que las teorías siguieran a las personas, que se adaptaran a nosotros, y no al contrario? Las ideas, como los Estados, tienden a ponerse por encima de las personas. Prefiero seguirme a mí mismo: "hacer lo que me apetece". Puede ser egoísta, infantil, caprichoso, incluso peligroso si surge del miedo o del ego, esa capa gruesa que esta cultura nos enseña a reforzar con los años. Hay que seguir buscando más adentro.

"Decrecimiento": qué nombre tan inapropiado para una idea tan buena! Nadie quiere decrecer, nadie piensa en menguar, a lo sumo seguimos los ciclos, nuestros ritmos. Tan antinatural es obligar al crecimiento como a no hacerlo. Prefiero llamarle vísteme despacio, ritmo lento, siesta vital o incluso barbecho. Aunque parezca contradictorio, mis épocas de barbecho llegan a ser más productivas que las de supuesta actividad.

La revolución desde dentro: detenerse y actuar desde uno mismo. Parar para rumiar la propia vida. En otras palabras, me dediqué a perrear.

2 comentarios:

  1. Ya sé que lees todos los días la Contra, me hizo gracia la casualidad:
    http://www.lavanguardia.com/lacontra/20120320/54271023318/aurelio-arteta-respeto-ideas-personas.html

    ResponderEliminar