La guía dice que esta ciudad del eje cafetero no tiene interés turístico. Esa es su salvación. Pereira se mantiene efervescente y salvaje, sin tener que fingir ante las visitas. Mercadillos oscuros, vendedores de milagros, jugadores de ajedrez, curanderos, abuelos limpiabotas, mujeres rezando el rosario con escotes vertiginosos, top mantas ocupando todas las calles. Frases antológicas como "Bienvenido, pero sin chismes" o "Este negocio es de Dios, yo se lo administro".
Ps: Ayer, volviendo al hotel, me encontré a Patrick, el irlandés de la excursión, en un bar de la plaza, aferrado a una cerveza en compañía de dos gays que me invitaron a tomar aguardiente. No sé cómo acabó, yo me escapé en cuanto acabé el trago.
Su catedral me dejó sin aliento, aérea, boscosa, industrial. De planta románica pero con una estructura ingeniera y construída con materiales orgánicos: madera! Sorprendente combinación de conceptos.
Que escritor Pedro;) un placer leer tu diario, creo serè una aficcionada de tus palabras;) que envidia por los lugares y la gente que estas conociendo..El viaje es una actitud como tu bien dices, creo tenerla;)
ResponderEliminarun beso! a pasarlo muy bien como ya estas haciendo!!
Qué buena foto, y qué buenos comentarios, amigo!
ResponderEliminarNo dejes de comer esas arepas de las que tanto me hablan... Un beso y un abrazo de la locombiana pereirana. Imagino irás a casa de su hermana, no?
Bueno, ya es viernes... y toca viajar con pedrín... un café?
ResponderEliminarGuuuuuaaaaaaaaaaaaauuuuuuuuuuu!!!!!
ResponderEliminarQué impresionante la catedral!!!!!!
Mencanta
Espero que Dios te siga acompañando, te deseo lo mejor un beso de la Paisa y gracias por hacer que me encuentre.
ResponderEliminarte quierooooooooooooooo