De nuevo locura urbana. Día de visita al Jardín Botánico, a un cementerio céntrico, a las calles comerciales y al cerro Cutibara. Pero lo mejor vino por la noche, por fin pude salir de marcha!.
Lo hice con Augusto, argentino de 30 años, recién despedido del trabajo y aprovechando para viajar desde Venezuela hasta su país bajando por la Panamericana. Fue divertido vivir la noche. Primero cenar con mariachis ambulantes en una terraza, y luego rumbear por la zona de la 70. A la entrada del bar nos registraron, no se permitía la entrada con armas. Un consuelo. La música no podía ser otra: salsa, cumbia y vallenato. La bebida es aguardiente en combinado y con mucho hielo. La forma de relacionarse es diferente, más directa y sin apenas conversación mientras bailan, concentrados en acoplar sus cuerpos con el ritmo, el volumen de la música tampoco ayuda a conversar. La iniciativa la tiene el hombre, así que las mujeres esperan a ser elegidas. Algún dia cambiará, y entonces podemos prepararnos.
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