Una montaña cubierta por una ciudad, desparramada en laderas y torrentes a dos mil metros de altura. La principal razón para venir aquí es el ascenso al Nevado del Ruiz, pero con el mal tiempo sólo quedaba curiosear por sus cuestas, tiendas e iglesias, dos en concreto me llamaron la atención, una de cemento, fría como un bunker, y la otra de madera, cálida y acogedora como un barco. La zona turística se mantiene limpiamente aislada de la vida corriente, y su mercado, demasiado orgánico, se oculta en un barrio cercano pero invisible.
Aproveché para visitar un parque temático natural marcado, controlado, y facilitado para un acercamiento divulgativo general: nada de esfuerzo, ni riesgo. Gracias a la lluvia me pareció más salvaje, a pesar del pavimento del sendero. Las orquídeas fueron las grandes protagonistas, explosión sexual permitida.
Ratifico lo de las buenas fotos y comentarios. GRACIAS por todo lo que nos estàs enviando desde Colombia.
ResponderEliminarqué pasa manitooo! oye, qué se fuma por allí?
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