Como cada año hice el esfuerzo de creer, me acerqué a escuchar viejas consignas revolucionarias que conservan un extraño olor a sacristía, megáfonos condenando el pecado capitalista y anunciando la redención. Detrás de la manifestación un equipo de limpieza barría la ideología desparramada para que nadie se manchara ni resbalara. De nuevo quería creer, pero hoy un mazazo inesperado demolió mi solar de las utopías.
Hoy los truenos negros del azar han rugido demasiado cerca, lo grandilocuente se esfumó de improviso y la escala de mi ambición bajó a lo más básico y primario, de golpe conservar la vida era la verdadera utopía. Hoy quiero ser corazón para bombearte alegría y esperanza, verte como uno de mis esquejes, creciendo y reverdeciendo, hoy he imaginado un abrazo tuyo, sonriendo, y he pedido de nuevo por tí a mis santos.
Sigue, por favor, hasta tu victoria, con tu pasión de siempre.
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