En la actualidad el ritual está de capa caída, la repetición huele a viejo y en su lugar los valores empresariales y bursátiles van infiltrándose por todos los ámbitos de la vida, nada se libra de la visión de mercado que se mueve en la novedad y en un presente sin memoria.
Esta vez no hubo en el escenario competitividad, excelencia o innovación, sino el flamenco más casero y acogedor. Carmen Ledesma bailó junto a la voz de Mari Peña y la guitarra de Antonio Moya, compartiendo con el público un puchero calentito, un flamenco "de cuchara" con sabor a hoguera y reunión familiar, invocando lo que a veces olvidamos y también necesitamos, el tiempo cíclico del rito.
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